Congreso de Filosofía Morelia Michoacán(México)

Huntington: Choque de Civilizaciones y Fusión Latinoamericana
Javiel Elena Morales
Profesor de Filosofía de la Universidad Autónoma de Santo Domingo


Introducción

 
En esta ponencia se analiza la posición teórica de Samuel Philip Huntington referente al choque de civilizaciones, así como la confrontación de sus planteamientos con autores como Popper, Oberg, Adler, entre otros.
Se analiza además la propuesta de Huntington sobre la fusión de América Latina en tres ejes, dirigidos por Estados centrales.
Se parte de dos premisas fundamentales: a) para Huntington el choque de civilizaciones puede convertirse en un peligro para la estabilidad mundial; como respuesta recurre a la homogeneización a partir de Estados centrales. b) La diversidad cultural de América Latina, puede convertirse en un peligro para la estabilidad de Occidente, por lo que propone su fusión en tres ejes, dirigidos por Estados centrales.

 
La Tesis del Choque de Civilizaciones en el nuevo orden mundial

 
Furnham y Bocher, sostienen que el choque cultural se visualiza en varias etapas, analizando los planteamientos de Oberg (1960), Adler (1975), Jacobson (1963); Garza Guerrero (1974); Lasser y Peter (1975)1.
Las conclusiones de autores como Oberg (1960) y Adler (1975),2 reconocen varias etapas del choque cultural. Estas etapas son: luna de miel (contacto Intercultural), crisis (desintegración,- reintegración), recuperación -autonomía), adaptación –independencia. Este planteamiento puede servir de respuesta a las conclusiones de Huntington en referencia a reducir el choque cultural a conflictos.
Si se analizan los modelos de Oberg y Adler en referencia a lo presentado por Huntington, se nota que existe una diferencia de enfoque en cuanto a la forma en que se produce el choque; mientras que para los primeros es un proceso que se da al interno de la cultura, para el segundo implica conflictos irreconciliables.
Desde (1993) en la revista Foreing affair aparecen los planteamientos de Huntington sobre el Choque de civilizaciones, siendo ampliado en su libro El Choque de Civilizaciones y la Reconfiguración del Nuevo Orden Mundial publicado en 1996. 3
En la primera parte del libro Choque de Civilizaciones y la Configuración del Nuevo Orden Mundial, Huntington presenta su tesis principal: “el tema central del libro es el hecho de que las cultura y las identidades culturales, que en su nivel más amplio son identidades civilizacionales, están configurando las pautas de cohesión, desintegración y conflicto en el mundo de la posguerra fría.” (Huntington 1997: 21).
En 1998, Lewis siguiendo la línea de Huntington, sostiene que el choque entre cristianismo e islamismo es inevitable, lo que implica que el universalismo de ambas religiones degenere en conflictos, por considerarse los destinatarios del mensaje de Dios.
Los cambios producto del fin de la guerra fría crearán un ambiente de incertidumbre en las potencias hegemónicas, surgiendo profetas que predecirán un futuro incierto y postularán la necesidad de homogeneizar lo disperso. Desde esta perspectiva, Francis Fukuyama defiende una concepción neoliberal4 del fin de la historia, mientras que Huntington se inclina por el choque de civilizaciones. Desde esta perspectiva, García Newman (2008) sostiene que “Aunque el primero ha estado situado, más, que el segundo, dentro de corrientes ideológicas neoconservadoras, ambos han compartido temas, fuentes y apoyos comunes, aun cuando pertenecen a tribus académicas y políticas diferentes.
Francis Fukuyama sostiene que no hay Choques de Civilizaciones sino que “el conflicto actual más bien es sintomático, de una acción de retaguardia por parte de quienes se sienten amenazados por la modernización y, en consecuencia, por su componente moral: el respeto por los derechos humanos” (2001: 1)5.
Sin embargo el tipo de modernización a que se refiere el autor es la neoliberal en base a una lógica del mercado, que aumenta las diferencias y las desigualdades, en tal sentido, la única salida es la que impone el modelo neoliberal que modernizará la humanidad pese a la resistencia de las diferencia que deben ser modernizadas.
Autores como Baudrillard (2001), Beck (2002), analizan el terrorismo en un mundo de choques. El primero habla del encubrimiento de la realidad hegemónica, mientras que el segundo habla de una sociedad de riesgo mundial que se caracteriza por las desigualdades producto de las inequidades de la globalización.
David Held y Anthony MacGrew (2007), ubican la obra Choque de Civilizaciones de Samuel P. Huntington en la postura escéptica, que se inclina a la defensa del nacionalismo fundamentalista y agresivo, de tal manera que, en lugar del surgimiento de una civilización global como la pronostican los hiperglobalizadores, está fragmentada en bloques de civilizaciones y enclaves étnicos.” (xxx).
De acuerdo con Chomsky (2010) el nuevo orden mundial fue anunciado por la Comisión Sur en 1990, llamando a la justicia, la equidad y la democracia. George Bush empleó esta misma frase como cobertura retórica para su Guerra del Golfo. Mientras se bombardeaba Irak, anunciaba que Estados Unidos lideraría “un nuevo orden mundial” en que diversas naciones se unirían a una causa común para lograr las aspiraciones universales de la humanidad: paz y seguridad, libertad y el imperio de la ley” (p. 16).
Con este escenario de la dispersión como consecuencia de un proceso global a escala planetaria, estaban sentadas las condiciones, para defender un choque de civilizaciones, es decir, que se reedita el viejo orden mundial, adaptándolo al mundo global.

Confrontación teórica entre Popper y Huntington sobre el choque de cultura
El choque de culturas, fue un tema de discusión para el filósofo Karl Popper en su libro “El Mito del Marco Común”. Popper reconoce que “estas experiencias también sugieren que el choque cultural pierde algo de su gran valor si una de las culturas que chocan se considera universalmente superior, y más aun si la otra cultura la considera de esta manera: esto puede destruir el mayor valor del choque en tener una actitud crítica’’ (Popper 1967: 62).
Popper planteó que una discusión es más fructífera cuando más aprenden de ella sus participantes, es decir, mientras más difíciles sean las cuestiones a la que se enfrentan, tanto más novedosa serán las respuestas que se verán inducidos a pensar, tanto más podrán considerar las cosas de diferentes manera, después de la discusión; en resumen, tanto más se ensancharán sus horizontes intelectuales (Ibíd.: 46).
En una conferencia presentada en Viena en 1981, recogida en el capítulo 8 del libro En busca de un mundo mejor, Popper sostiene que su interés por el choque de culturas está vinculado con el interés de un problema fundamental: el problema del origen de la civilización europea. “En mi opinión una respuesta parcial a esta cuestión parece estar en el hecho de que nuestra civilización occidental deriva de la griega. Y la civilización griega -un fenómeno incomparable- se originó en un choque de culturas. Entre las culturas del Mediterráneo oriental. Fue el primer gran choque entre la cultura de Occidente y Oriente y sus efectos fueron muy profundos. Homero lo convirtió en el leitmotiv de la literatura griega y de la literatura del mundo occidental” (158).
Para Popper la riqueza del choque cultural – cuando entran en contacto culturas diferentes- consiste en que las personas constatan que sus formas y costumbres no son las únicas posibles, ni están decretadas por los dioses ni forman parte de la naturaleza. En tal sentido, “la sociedad humana necesita la paz, pero también necesita serios conflictos de ideas: valores, ideas por la que podemos luchar. Nuestra sociedad occidental ha aprendido -de los griegos- que las palabras tienen un efecto mucho mayor y mucho más duradero en estos conflictos que con la espada” (Ibíd.:160).
Si se realiza una confrontación teórica entre la concepción del choque de Huntington con la de Popper, se nota que para el primero el choque de civilizaciones- que en el fondo es cultural-, es inminente a escala planetaria, diseñando estrategias tácticas para que Occidente sea el vencedor, mientras que Popper no reduce el choque a confrontaciones bélicas, sino que resalta la parte racional del mismo, que puede conllevar a discusiones fructíferas de los diferentes puntos de vistas.
Cerrarse a un diálogo entre cultura, implica desconfiar de la capacidad del ser humano para resolver razonablemente los conflictos. En tal sentido, “el diálogo entre culturas significa aprender a enfrentarse con las diferencias, no a negarlas con actitudes antioccidentales, antiislámica o antijudías. Un mejor entendimiento y una mejor apreciación de los vínculos comunes de las personas harán que todos nos beneficiemos de nuestras diversidades.” (Rodríguez Guerra, 1998:166)6.

 
Las identidades culturales en el marco de la globalización

 
La preocupación de Huntington es la diversidad cultural producto de un nuevo orden mundial, al finalizar la guerra fría, porque la misma puede aumentar conflictos y choques. Desde el inicio del libro El Choque de Civilizaciones y la Reconfiguración del nuevo Orden Mundial, se presenta la identidad cultural, desde las perspectivas de los Estados-nación como dignatarios de la misma.
La prédica del Estado nación para cohesionar la identidad desde la postura de Huntington, desconoce que a medida que el Estado se constituyó en agente de globalización en los años noventa, la separación entre Estado y nación, culminó con una crisis de la identidad nacional como principio de cohesión social a partir del Estado (Castell, 2005:39-40).
Sin embargo la forma de ejercer el poder al interior de los Estados-nación, así como la relación con el mundo se ha transformado porque el poder hoy no sólo es del Estado, sino de diferentes actores que interactúan, es decir, la autoridad se ha extendido cada vez más entre los actores público y privados en los niveles local, nacional, regional y global. Los Estados- nación ya no son los únicos centros o las principales formas de gobierno o de autoridad del mundo”.7
Huntington recurre a dos ejemplos para reforzar su postura teórica sobre la identidad en referencia a los peligros de la diversidad cultural: a) En el primer ejemplo que Huntington presenta fue la manifestación de 2000 personas en Sarajevo el 18 de abril de 1994, agitando las banderas de Arabia Saudí y Turquía al ondear estas banderas y no las de la ONU o la OTAN o los Estados Unidos, estos ciudadanos se identificaron con sus correligionarios musulmanes, diciendo al mundo quienes eran sus amigos y quienes sus enemigos (Huntington Op.cit.:19). b) El Segundo ejemplo al que hace referencia, es a lo que ocurrió el 18 de abril de de 1994 en los Ángeles, donde 70.000 personas desfilaron con banderas mexicanas protestando contra la proposición 187, un proyecto de ley que negaba muchas prestaciones a inmigrantes ilegales. Huntington se pregunta por qué no marchaban con bandera estadounidenses. Refiere otra manifestación con banderas estadounidenses que terminaron presionando para que se aprobara el proyecto con el 59 % de los votantes (Ibíd.:19).
En su libro ¿QUIÉNES SOMOS? LOS DESAFÍOS DE LA IDENTIDAD NACIONAL ESTADOUNIDENSE, Huntington sigue asumiendo la tesis de la globalización cultural en base a la homogeneización desde patrones autoritarios validado por una cultura central o dominante, en tal sentido la identidad requiere diferenciación, la diferenciación precisa comparación, la identificación de todo aquello en lo que lo nuestro difiere de los suyos8.
En este contexto renace la guerra fría cultural concebida como una batalla por las mentes humanas, que reunió un vasto arsenal de armas culturales como revistas, libros, eventos, seminarios, exposiciones, conciertos, premios9.
Gómez (2004), sostiene que se puede calificar el libro de Samuel P. Huntington como un producto miserable, por partida doble, porque desprecia lo que ignora, y porque explicita una serie de repudios desde posiciones de fuerza. Who are We? The Challenges to America’s National Identity pone sobre la mesa los antagonismos y las miserias, los miedos —fingidos o no—y los desprecios, las intencionadas ignorancias de los más fuertes en lo que ya es un comienzo de siglo tormentoso.
Algunos autores han reflexionados sobre la propuestas de homogeneización cultural que ha surgido en el mundo postguerra fría, como forma de evitar la supuesta dispersión y desagregación. En tal sentido, Ulrich Beck en su libro Qué es la globalización, sostiene que la falsedad de la tesis de la macdonalización en referencia a la cultura, se promueve a escala planetaria con la fabricación de símbolos culturales que se hibridan en todo el mundo como válidos, denominando que existe una convergencia de la cultura global (Beck, 2004: p.71).
Esta convergencia se postula como universalización en cuanto a la igualación de patrones culturales, que sean adoptados a nivel mundial de forma simultánea, a partir de la unificación de modos de vida, símbolos culturales y modos de conductas transnacionales:
Lo mismo en una aldea de la Baja Baviera que en Calcuta, Singapur o en las favelas de Río de Janeiro, se ven los mismos vaqueros y se fuma el mismo Malvare como la industria de la cultura global significa cada vez más la convergencia de símbolos culturales y de forma de vida (Ibíd.)
La configuración del mundo global, se da bajo lo que Beck denomina perspectiva de una utopía negativa, que implica que todos los países del mundo deben adoptar los patrones de la globalización cultural, validados desde el mercado como los símbolos que representan la asunción y aceptación, no como diversidad. En este mundo, las culturas y las identidades locales se desarraigan y sustituyen por símbolos mercantiles, procedentes del diseño publicitario y de los iconos de las empresas multinacionales. La esencia se convierte en diseño y esto vale para todo el mundo (ibíd.).
BurKe (2010) sostiene que los defensores de la tesis de la homogeneización, se quedan en ejemplos limitados que privilegian las comodidades de la comida y la bebida, sin tomar en cuenta la forma de creatividad de las particularidades, produciéndose contextualización de lo global. Esto implica que la homogeneización como patrones universales impuestos –resultan imposibles por el nivel de complejidad de las culturas (I44).
El mundo de hoy lanza un reto de convivencia mundial que implica convivir con conflictos y buscarle solución. La creación de organismos internacionales tienen este propósito, aunque no cumplan medianamente con él, pero los conflictos son puentes para elaborar estrategias de convivencias conjunta al interno o externo de las civilizaciones “nos encontramos en un período de propuestas para “otro mundo posible”. Un mundo en el que se desarrolle una búsqueda de terrenos y valores comunes, más que imposición de universalismo de una cultura sobre las demás”. (Jahanbegloo, 2007:35).
Para Wolton (2003), “la cuestión central que plantea la mundialización informativa es la siguiente: ¿bajo qué condiciones pueden convivir la cultura? Para este autor el problema se da a este nivel cuando las industrias culturales confunden mundialización de los mercados con aprobación de los consumidores, olvidan que consumir no es necesariamente sinónimo de adherir10.
De acuerdo con Rodríguez Guerra (1998) la importancia y el valor de la diversidad cultural no significa, ni mucho menos aceptar el “todo vale” o caer en el escepticismo moral, sino el reconocimiento del derecho a la diferencia acompañado del derecho a la crítica de la diferencia” (77).
 
Implicaciones de la asimilación cultural en Huntington

Después de analizar los planteamientos de Huntington sobre la identidad cultural y su defensa de patrones culturales homogéneos, se pasa a analizar su posición sobre la asimilación cultural.
Huntington sostiene que Estados Unidos es una de la sociedades que más ha asimilado al inmigrante, reconociendo que la misma posibilitó que la expansión de la población estadounidense, ocupara un continente y desarrollara su economía gracias al trabajo de millones de personas, ambiciosas, decididas y talentosa (Huntington, Op. Cit. 2004: 218).

Para el autor, la primera fase crítica de la asimilación es la aceptación por parte de los inmigrantes y de sus descendientes, de la cultura y la sociedad estadounidense. En el pasado esta asimilación no era un problema, sin embargo con el proceso de la globalización, se han producido variaciones, causando que la misma produzca un futuro incierto para los estadounidenses.
Históricamente, Estados Unidos ha sido, pues, una nación de inmigración y asimilación, ha querido decir americanización. Hoy en día, sin embargo, los inmigrantes son diferentes, las instituciones y los procesos relacionados con la asimilación son diferentes y, lo que es aun más importante, Estados Unidos es diferente. Ese gran éxito estadounidense puede encontrarse en estos momentos ante un futuro incierto (ibíd.:219-220).

La asimilación es para Huntington un proceso donde el inmigrante que llega a un país extraño, renuncia a los valores de su cultura, para aceptar los de la cultura que le acoge.

 
Los Estados Centrales: solución hegemónica a la diversidad cultural
La referencia a los Estados centrales expuesta por Huntington en el capítulo 7 de su libro El Choque de Civilizaciones y el Nuevo Orden Mundial, remite a la homogeneización ante la diversidad cultural, producto del fin de la guerra fría.
Para Huntington un Estado central puede realizar su función ordenadora gracias a que los demás Estados lo consideran un pariente cultural. Desde esta óptica, una civilización es una familia extensa y, como los miembros más viejos de una familia, los Estados centrales proporcionan a su pariente tanto apoyo como disciplina. Si falta ese parentesteco, la capacidad de un Estado más poderoso para resolver conflictos e imponer orden en su región es limitada” (Huntington, Op.Cit, 1997:186).
Los Estados centrales son para Huntington los leviatanes modernos, que impedirán que los Estados miembros dispersos, se difuminen y terminen todos en “caos
Achar (2007) sostiene que el mundo post Guerra Fría que Huntington deploraba y donde veía elementos fundamentales de la civilización difamándose. El paradigma del caos puro no es otro que el paradigma hobbesiano del estado de naturaleza (natural condiction), tan apreciado en la literatura de las relaciones internacionales. Esta antítesis hipotética del Leviatán, principal paradigma concebido por Thomás Hobbe y título de su obra más célebre, consiste en un estado de Guerra (condiction of War)” (p. 180).

El sometimiento de Calibán: la fusión de América Latina en la óptica de Huntington
Calibán fue un personaje de la obra dramática de William Shakespeare, la Tempestad (1611). En dicha obra Calibán es un monstruo rojo y horrible que está bajo la subordinación de Próspero, duque legítimo de Milán, quien es usurpado por su hermano Antonio y desterrado junto con su hija Miranda a una isla desconocida, lugar donde vive Calibán con su madre, la bruja Sycorax. Próspero destierra a su vez a Sycorax y somete a Calibán, haciéndolo su esclavo. Después de un intento de sublevación, Calibán es nuevamente sojuzgado por los poderes mágicos de Próspero y abandonado en su isla11.
Roberto Retamar analiza esta perspectiva, sosteniendo que ante Próspero que es la representación del imperialismo, se puede asumir tres posturas: a) la primera es hacerlo como lo hace Ariel que es servil a Próspero y cuando logra su libertad vuelve a una especia de burguesía que se siente complacida de lo adquirido son su amo; b) la segunda es la posición de Calibán que es consciente de su pasado bastardo y dispuesto a aceptarlo, pero impedido para su desarrollo. c) la tercera es convertirse en un Calibán que se sacude de su servidumbre y su desfiguración física en el proceso del descubrimiento.12
De acuerdo con González Arostegui (2001), Retamar asume una posición crítica frente a las vías homogeneizadoras de la cultura que históricamente han utilizado los países capitalistas desarrollados, porque sería caer en posiciones favorecedoras de «viejos» y «nuevos» intentos colonizadores; en este sentido reconoce que frente a las pretensiones de los conquistadores, de las oligarquías criollas y finalmente del imperialismo, ha ido forjándose nuestra genuina cultura (P. 2).
Zea (1972) reconoce la necesidad de tomar conciencia de nuestro pasado, con el fin de asimilarlo en forma tal que no llegue a representar una amenaza para nuestro futuro, además tomar clara conciencia de nuestro sitio o situación dentro de ese conjunto de pueblos al cual pertenecemos, y que lleva el nombre de América.
Las soluciones que plantea Samuel Huntington para América Latina en el nuevo orden mundial son autoritarias, más que democráticas y consensuadas. Le preocupa a Huntington la diversidad cultural que no facilite la homogeneidad bajo la tutela de un Estado líder que marque las directrices de los países latinoamericanos.
En esta lógica de reordenamiento se necesita que latinoamericana esté alineada con un Estado central para garantizar que no existan problemas.
Con respecto a Latinoamérica, cabía la posibilidad de que España se convirtiera en Estado central de una civilización hispanohablante o incluso ibérica, pero sus líderes eligieron conscientemente convertirse en Estados miembros de la civilización europea, aunque manteniendo al mismo tiempo los lazos culturales de sus antiguas colonias. El tamaño, de recursos, población, potencial militar y económico de Brasil lo calificaban para ser el líder de Latinoamérica, y cabe pensar que pude llegar a serlo. Sin embargo Brasil es a Latinoamérica, lo que Irán es al Islam. Aunque por los demás está perfectamente cualificado para ser Estado Núcleo, las diferencias en el plano de subcivilización (religiosa en el caso de Irán; lingüística en caso de Brasil), hacen difícil que pueda cumplir ese papel, así Latinoamérica tiene varios Estados, Brasil, México, Venezuela, Argentina, que cooperan en el liderazgo que compiten por él. La situación Latinoamericana se complica, además, porque México ha intentado redefinirse, dejando su identidad mexicana por una norteamericana, y Chile y otros Estados podrían seguirle. Al final la civilización latinoamericana podría fundirse en tres puntas, de la que se convertiría en subvariante. (Huntington, Op.Cit.:160).
Las implicaciones de los planteamientos de Huntington para América Latina, sería caer de nuevo en lo que a juicio de Cardoso y Faleto (1977) “fue la existencia de un sector "burgués" importante en las sociedades cuya economía se organizó sobre la base de un control nacional del sistema productivo exportador, constituye su rasgo distintivo. En efecto, como señalamos, en ese tipo de sociedad la alianza hegemónica que aseguró la formación del Estado nacional -y logró asegurar que no sólo un sistema productivo como un orden social legitimado-, se basó en el dinamismo de un sector capitalista que organizó la producción, parte de la comercialización y, en ciertos países, el financiamiento interno de la economía".
Uno de los retos principales a superar, es la dependencia ideológica con la que se manifiestan los países independientes, que siguen creando patrones de actuaciones a lo interno de la cultura que valorizan lo que proviene del imperio en detrimento de la creatividad cultural, es decir, que las naciones de Asia, América Latina y África contemporáneas, hoy políticamente independientes, son todavía de muchas maneras tan dependientes y están tan dominadas como cuando eran directamente gobernadas por los europeos (Said, 1996:57).
Dussell (1973), siguiendo a Herbert Marcuse en su obra El hombre "Unidimensional", cuestiona la unilateralidad de lo que significa un hombre que es una totalidad donde una parte de la sociedad es autocrática; es decir, que se gobierna por sí y a partir de sí, y domina a la otra parte de la sociedad. Esta totalidad es unidimensional, en el sentido de que no hay "otro", porque el que gobierna la totalidad impide que aquél que es oprimido se le ponga enfrente como "el otro" (71).
Desde este planteamiento, la totalidad subsume lo diferente, es decir que si asumimos lo propuesto por Huntington sobre América Latina, estamos dentro de una lógica de la totalidad opresora que desconoce lo otro y le impone sus patrones de organización para crear disciplina y orden.
Esta posición de Huntington se enmarca dentro de una postura determinista sobre América Latina, que la descalifica para asentar la democracia en la región y para dirigir los destinos de unidad.
La primera reflexión, forzosamente breve, se refiere a la necesidad de cuestionar algunos enfoques tradicionales, que han estado presentes en el campo de las ciencias sociales al menos desde la década de 1950, que se acercan peligrosamente a ciertos determinismos o enfoques estructurales que nos hablan, no sólo de las dificultades, sino de cierta imposibilidad de asentar la democracia y el desarrollo en América Latina (Walker, 2006:2).

Conclusiónes

El choque de civilizaciones de Samuel Huntington supone la primacía hegemónica de Occidente sobre el resto del mundo, siendo un peligro la diversidad cultural desde la lógica de Huntington. Esta lógica desconoce el diálogo y la interacción racional y privilegia la confrontación y la defensa cerrada de la cultura nacional.
Para resolver el peligro de la fragmentación Huntington recurre a los Estados centrales que son los encargados de ordenar y disciplinar los Estados miembros. Huntington enfoca su análisis desde dos vertientes: a) el peligro que representan el Islam y la cultura asiática para Estados Unidos y Occidente; b) las incidencias de los mexicanos en Estados Unidos que no asimilan la cultura de Estados Unidos convirtiéndose en un peligro.
Los planteamientos de Oberg, Adler y Popper sobre el choque de cultura pueden servir de luz, para defender, que el mismo es un proceso que se da entre las culturas, siendo útil para la confrontación racional de los diversos puntos de vistas. El reto de los seres humano en un mundo heterogéneo es la convivencia con puntos de vistas diferentes, sin que esto implique choque de civilizaciones.
El planteamiento de fusión desde Estados núcleos o centrales, se enmarca dentro de la lógica de cohesionar y disciplinar lo disperso desde la perspectiva del poder hegemónico que le preocupa lo plural, heterogéneo y dialógico; postulando un orden al estilo de la Guerra Fría.
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